Comentario
En la segunda mitad del siglo XIV Navarra mantuvo su independencia frente a las veleidades expansionistas de sus cuatro poderosos vecinos.
El reinado Carlos II el Malo (1349-1387) osciló entre una ambiciosa proyección sobre el conflicto anglo-francés y un proceso de organización y centralización interior en un contexto de crisis económica. Carlos II abordó un programa de reformas que incluyó el saneamiento de la administración, el reforzamiento de la nobleza como principal soporte de la monarquía y la reorganización de los recursos fiscales mediante la creación de la "Cámara de Comptos" (1364) como órgano financiero. En el exterior Carlos el Malo fue protagonista de una desmedida política internacional que desbordó los limitados recursos del reino. Desde 1364 quedó reducido a la Península, donde participó en el conflicto civil de Castilla y acabó aceptando la hegemonía castellana en el tratado de Briones (1373 y 1379). La política oscilante e incoherente de Carlos II se explica por la necesidad de mantener un precario equilibrio con las potencias que rodeaban Navarra -Castilla, Gascuña inglesa (salidas al mar), Aragón y Francia-, todas y cada una capaces por sí mismas de anexionar el pequeño reino pirenaico.
En un contexto de crisis económica, pacifismo exterior y creciente aristocratización de la sociedad (paralela a la de Aragón), Carlos III el Noble (1387-1425) abordó una política acorde con las posibilidades y recursos de Navarra. Procuró la distensión de relaciones con Castilla, Aragón, Francia e Inglaterra mediante una política de colaboración, apoyo al papado de Aviñón y relaciones matrimoniales. Con la primera colaboró en las guerras contra Granada y propició los matrimonios del infante Juan, hijo de Fernando de Antequera, con las infantas Isabel y Blanca (1412). Respecto a Aragón, también buscó la paz mediante el matrimonio de la infanta Blanca con Martín el Joven (1402). Lo mismo sucedió respecto a Francia e Inglaterra. La vinculación de Navarra con la casa francesa de Foix fue obra suya. Entre sus reformas políticas sobresale la creación de la "Cort" o tribunal supremo (1413). El abandono del expansionismo de su padre permitió a Carlos III personalizar un proceso de alejamiento de Francia y de navarrización de la dinastía de Evreux. En este sentido destacan la renuncia a los feudos franceses de su casa -Champagne, Brie- (1404) y el nombramiento de navarros para los puestos principales de gobierno.